A los pies del casco antiguo –caracterizado por
sus calles estrechas, retorcidas y de
pronunciada pendiente- discurre el río Reconque,
también conocido como Cautabán, un afluente del
Júcar que incrementa notablemente su caudal en
época de lluvias fuertes. Y, en torno al cauce
de dicho río,
proliferan las pequeñas y fértiles huertas, que
conservan en gran parte la huella de los
moriscos, que durante casi ocho siglos vivieron
en estas agrestes tierras cultivando olivos y
almendros en sus bancales, arañados a las
abruptas montañas.
que supuso la orden de expulsión de los moriscos
del
dictada y ejecutada en 1609. Tan injusta como
arbitraria decisión provocó
que la mayor parte de los hogares de Jarafuel
quedaran vacíos, y los campos,
yermos. Los moriscos de
derrotados por los ejércitos del rey de España y
obligados a trasladarse al
Teresa de Cofrentes), trata de recordar a los
visitantes con una cierta
sensibilidad histórica y cultural, las profundas
huellas que dejaron en
estos valles aquellos antepasados que legaron
topónimos, formas de cultivo y
sistemas rigurosos y oficiales de
aprovechamiento del agua. Esta ruta
turístico- cultural merece contar con mayor
apoyo por parte de las
instituciones públicas, porque puede contribuir
mucho a la promoción de una
comarca que posee paisajes muy bellos y que
conserva tradiciones y
Jarafuel mantiene viva la artesanía
del almez, que es realmente interesante,
ya que supone la fabricación de bastones,
cayados y todo tipo de aperos
agrícolas, mediante la hábil manipulación de
las ramas de un árbol: el almez
(conocido en valenciano como "llidoner").
Quiero dejar constancia, aquí y
ahora, de mi reconocimiento especial a la
memoria de una gran persona,
profundamente enamorada de su pueblo,
Jarafuel: Etelvino Serra Jiménez. Este
amigo y compañero de estudios de periodismo,
prematuramente desaparecido,
me mostró lo mejor de su pueblo y del resto
de la comarca, allá por el año
1984. Me explicó con minuciosidad las
peculiaridades de una actividad
artesanal que ya describió el botánico
Cavanilles en su intenso viaje por el
Reino de Valencia, a finales del siglo XVIII.
Etelvino Serra me dio a
conocer la secular tradición artesanal, que
ha propiciado que los mejores
bastones, cayados y varas de mando que
utilizan peregrinos y montañeros,
ancianos, políticos y agricultores, tengan
su origen en Jarafuel, donde
todavía subsisten algunos talleres cuya
visita recomendamos sinceramente.
Quiero reproducir aquí un párrafo de un
artículo que el entrañable Estevino
dedicó
al almez, al que definió como "un árbol
humilde y generoso" y que de alguna
manera
es el símbolo de Jarafuel:
"El almez puede vivir hasta 600 años y
alcanzar los 25 metros
de altura, aunque ejemplares de tal tamaño sólo se encuentra en el Real
Sitio
de Aranjuez, en los jardines botánicos,
en el Mas de Reig y en el huerto de una
casa de la Marquesa de Ayora. A los
miles de almeces que circundan Jarafuel
y
abundan en todo el Valle y la Muela, una
peculiar artesanía les impide alcanzar
tal envergadura: los árboles se
convierten en tocones, troncos mil veces
desmochados
durante cientos de años, chatos y deformes, encallecidos de arrugas gris
verdín.
Sirven de albergue a los animalillos de
la huerta y de lecho a las
suculentas setas blancas tan apreciadas
para el calducho. Prestan a los
caminos formas de bosque encantado,
amables monstruos parecen dispuestos a
contornearse y tomar la palabra. O
susurrar. Arriba agitan al viento su
cabellera de palos verdes, lisos,
juncales, dirigidos desde pequeños por
el
oncete experto del agricultor para un
día ser horcas. Se abren en varias
ramas pobladas de hojas donde gustan
anidar verderoles..".
De lejos, los pueblos parecen clavados sobre
mantos verdes. De cerca, filas
interminables de almeces hacen de las
colinas laberintos de ribazos,
acequias, balsas, sendas e inverosímiles
divisiones del terreno en mil
pedazos, envolviendo ciertos parajes de un
aire de misterio, quizá de magia
(dos de las vírgenes valencianas -Llidó y
Agres- eligieron aparecerse sobre
almeces...).
El pueblo de Jarafuel está muy cuidado y
limpio. La plaza del Ayuntamiento
es amplia, y a ella recae el mercado
municipal y una de las casas rurales
más representativas de la comarca (
"El
Jarral").
El otro núcleo vital de la
población es la
iglesia de San Coronado, en la que se
venera al patrón de
Jarafuel. Y, desde hace unos pocos años, una
ronda peatonal circunda el
casco antiguo y permite un gratísimo paseo,
con vistas panorámicas de la
Muela de Cortes y de las riberas del
río Cautabán o
Reconque. En los
alrededores del pueblo (que cuenta con 850
habitantes y que se halla a unos
650 metros de altitud) nos encontramos con
parajes muy hermosos, en donde la
abundancia de agua permite el crecimiento de
frondosos árboles: la
Fuente
del Ral, con su centenario molino, la
piscina municipal o el
Parque de
Coníferas.
En la zona de "
Las
Jaras" funciona un camping de primera
categoría con el
mismo nombre, que cuenta también con "bungalows"
de madera, idóneos para
quien busca un alojamiento turístico de
ambiente rústico, bien integrado en
el entorno. Y, a partir de Jarafuel, tenemos
múltiples posibilidades de
descubrir parajes de belleza excepcional.
Por una parte destacaré los
situados en el
Barranco del Agua -en donde se hallan
la Fuente Bella y la
Fuente Tobarro-, en cuyas inmediaciones
hallamos una amplia muestra de
árboles centenarios. Y, por otra parte,
hemos de recomendar a nuestros
lectores los itinerarios que nos encaminan
hacia la
Muela de Cortes, la
colosal fortaleza natural en donde se
encuentra la
Reserva Nacional de Caza
Mayor, poblada por cabras montesas,
muflones y jabalíes, liebres y conejos.
Por la Muela de Cortes -en donde existen
atalayas desde las que se pueden
contemplar espléndidas vistas- discurre el
famoso
GR-7, el sendero europeo
de gran recorrido que atraviesa la Península
Ibérica (vertiente mediterránea) en
sentido norte-sur. Otros senderos de pequeño
recorrido (PR) permiten conocer
de cerca los atractivos paisajísticos y
medioambientales de la comarca del Valle
de Ayora-Cofrentes.
Del gazpacho al calducho
Y, para concluir, una obligada referencia
gastronómica a los dos platos
tradicionales de Jarafuel: los
gazpachos serranos y el
calducho. He de
confesar que en Jarafuel, y concretamente en
el restaurante del camping
municipal "Las Jaras", he degustado algunos
de los mejores gazpachos que
recuerdo. También tiene calidad el calducho,
sabroso guiso elaborado con
setas, trocitos de jamón y de pollo y con
harina -que es básica para dar
consistencia al típico plato jarafuelino-,
todo ello con el complemento de
un buen sofrito de tomate.